La 'prueba de la vela', un experimento poco riguroso para saber si una mascarilla es válida
Los vídeos en YouTube en los que aparecen personas (incluso profesionales sanitarios) haciendo la famosa 'prueba de la vela' llevan semanas siendo virales. El experimento es sencillo: con la mascarilla puesta, un sujeto intenta apagar la llama de un mechero para probar si es válida o no. La teoría es que si no se apaga la llama la mascarilla es 'buena' y si se apaga, la macarilla es 'mala'. Se trata de un experimento tan sencillo y visual... como poco riguroso.
¿Por qué la "prueba de la vela" no es un experimento válido?
En primer lugar, porque las mascarillas se han diseñado para filtrar partículas (como pueden ser los microorganismos) y no gases (como el oxígeno). Para ponernos en situación, el tamaño de los virus oscila entre 10 y 100 nanómetros, mientras que el tamaño del oxígeno es menor de un nanómetro. Es decir: las partículas tienen un tamaño significativamente mayor que los gases y, por tanto, no solo es posible (sino hasta cierto punto deseable) que una mascarilla deje pasar el aire pero no las partículas.
En segundo lugar, no se trata de un experimento estandarizado con unos parámetros constantes, sino de una prueba casera que puede variar en función de la intensidad con la que el individuo sople. Como en el cuento de los tres cerditos, el lobo no sopla con la misma intensidad cuando intenta derribar la casita de paja que la casita de ladrillo.
En tercer lugar, porque si medir la validez de la mascarilla de manera precisa fuera algo tan sencillo que cualquiera pudiera hacer en su casa, no necesitaríamos entidades acreditadas para certificar que las mascarillas cumplen o no la normativa. Y sin embargo son necesarias.